domingo, febrero 20, 2005


Encontrar los trajes de luces no fue fácil.-- ¿Dónde coño encontramos trajes de torero para semejantes personajes? Tendremos que buscar de banderillero de tercera fila o al final de su carrera. Pero recordé que mi abuelo tenía un amigo que era el dueño de una sombrerería, quedaba en una esquina del parque viejo. Llamé y después de presentarme al encargado, que enseguida me relacionó con mi abuelo al que él también conocía y recordaba, me aseguró que si bien en el comercio no trabajaba ese género que haría lo posible por encontrarnos algo y que ya nos avisaría. Luego supe por Berta, una amiga que no sabía que trabajaba allí, que enseguida le dio un recado al chaval que tienen de pinche y que este dejó en el armario la escoba con la que barría hacia el patio y que se fue a cumplir el encargo. Y le chocó porque no suele haber cosas así como de cuchicheos. Aunque ella tiene que decir que algunos compañeros y compañeras no son muy considerados con el resto, porque ella misma sin ir más lejos tuvo un día que arreglárselas y atender todas las ventas del día porque alguno o alguna había faltado. Y ahora cuando se cruza con una misma baja la mirada como sabiéndose culpable y rumiando su arrepentimiento. Pero bueno a lo peor también pudiera ser que aquel día se encontrara realmente enferma, la persona en concreto digo... Menuda bara con el rollo de Ana, la compañera que en diez años faltó un día al curro y lo mucho que trabajé, y todo sobre mí, y ella ni mú que me ve y baja la vista, seguro que ahora se arrepiente y no puede decir nada, y la gente nerviosa que cuando Berta se lanza a largar hay que salir huyendo, alguno hizo ademán de hacerla callar a la fuerza, joder que trabajar en una sombrerería de lujo debe estresar lo suyo oye, un encargado, dos dependientas, un pinche, un director de proyectos... clientes. Cuando llegó el chaval con el cachondeito del ¿qué tal Mamerto?, hasta Berta se calló y eso que estaba en la parte de que si Ana cobra y yo tengo que acarrear al almacén los modelos, y eso que ella no había fallado ni un solo día, y que no había derecho. Segismundo gritó haciendo bocina con las manos –Virgilio changó!!! Y Piñera pillado en tránsito levitó por unos momentos despegándose totalmente de la silla sobre la que estaba sentado. Luego ya repuesto volvió a ocupar su lugar y procedió a incluir en el relato a la señora elegante. Esta es amiga de Ana, o por lo menos eso es lo que cuenta Berta porque ella aprecia que en cuanto entra la mencionada en el comercio a la otra se le hace el... -Sin ir más lejos a esa también le cobró la señorita Ana y yo al almacén como siempre.

Casimiro Palacios García




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