miércoles, marzo 09, 2005


EL MIRLO BLANCO
Mi abuelo contaba la historia de un pueblo que ansiaba un mirlo blanco que lo guiara hacia la luz y arrancase, de sus gentes, el síndrome de Sísifo; el eterno recomienzo, subir día tras día una piedra a la montaña del Hades, con el castigo divino, de verla caer por la otra ladera al coronar su cima. Era así:
En el corazón de un recóndito valle de un perdida región perteneciente a un país en desarrollo, unos empresarios malvivían, más que competían, en el mercado. En vez de colaborar, para salir de su aciaga situación, guerreaban cada uno por su lado, se menospreciaban o acusaban de infringir las normas. Realizaron varios intentos de acercamiento con reuniones nocturnas, después de la jornada de trabajo. El resultado, por al cansancio o porque verdaderamente las distancias y puntos de partida eran tan rematadamente insalvables, fue desolador. La culpa incluso recayó en los trabajadores. Como, de esta guisa, no se llegó a puerto, bueno o malo, el siguiente paso fue organizar cenas en las tabernas del valle. Pensaban que alrededor de una buena caldereta de carnes, regada con los maravillosos caldos de la tierra y adornado todo con exquisitos postres caseros, las entendederas se abrirían, a medida que se cerraba el hambre. Igualmente, un fracaso. Además, como no eran subvencionadas, cada vez debía pagar uno distinto, así que “el día que no tocaba” tiraban de largo para engordar sus barrigas y la deuda del anfitrión. Tampoco surgió nada positivo; los ánimos de reconciliación se fueron enfriando y la situación se enquistó más. El “paganini” de turno examinaba la nota en la que había apuntado lo comido y bebido por los demás cuando eran ellos los que invitaban...El mirlo blanco volaba lejos y Sísifo corría tras su piedra, ladera abajo. Con el tiempo, las reuniones eran más esporádicas, con menos participantes, y terminaban antes de hora por motivos personales, o desavenencias.
Hoy, la situación pinta más desesperada. Se han instalado nidos artificiales -centros de empresas, órganos de dinamización y diversificación, etc- para atraer al deseado pájaro, pero nuestro valle le parece terreno yermo y sigue sin visitarnos. ¡Ah!, por cierto, ya hay una legión de desanimados porteadores de piedras.
Para AGAIN desde El Entrego Heri Gutiérrez García
Posted by Hello