lunes, febrero 06, 2006

La necesidad de contar historias



También estamos hablando de la necesidad que tiene el ser humano de contar y de que le cuenten cosas y de cómo encauzar esta urgencia, de la mejor manera, en nuestra actividad pedagógica diaria. El ser humano es sobre todo un animal narrativo. Lo que creemos que somos es tan sólo una manera entre otras posibles de contarnos lo que nos ocurre. La narración es una de las formas de construcción de la identidad. Nuestro conocimiento de la realidad comienza con los cuentos. Nuestra naturaleza es la narración. Las narraciones, llámense cosmologías, mitos, leyendas, fábulas, nos han permitido leer la realidad externa e interior para poder asumirla. Las narraciones nos ayudan a descifrar el fluir tumultuoso y desordenado de los hechos, o al menos a comprenderlo mejor, y con ello a comprendernos y descifrarnos más certeramente a nosotros mismos. Por medio de las ficciones que inventamos rescatamos a la realidad de su feroz y ciega falta de sentido. La ficción es una mentira que encubre una profunda verdad; ella es la vida que no fue, la que los hombres y mujeres de una época dada quisieron tener y no tuvieron y por eso debieron inventarla. No sabemos el porqué, pero nos produce un gran placer narrar, recrear con palabras nuestras experiencias vitales. Recrear, es decir, que nunca contamos fielmente los hechos, sino que siempre inventamos o modificamos algo: a la experiencia real le añadimos la salpimienta de lo imaginario (lo que pudo haber acontecido), y eso es sobremanera lo que nos produce gran placer. De este particular modo, vivimos dos veces el mismo hecho: cuando sucedió en la realidad y luego, más tarde, cuando lo contamos y nos arrogamos el papel protagonista que a lo mejor entonces no tuvimos.
Un buen texto para reflexionar sobre esto mismo es el que sigue:

El problema no es la clase de religión
¿Cúal es la causa de fondo de la telebasura? La mayoría de la gente no tiene interés alguno en leer libros, ni en ir al teatro, ni en ver cine que merezca la pena. Ese vacío lo ocupa el chismorreo, pues no se puede vivir sin historias: éstas forman parte de la dieta vital, como el pan, la carne o la leche. Las cadenas sólo hacen urdir y dar textura dramática a las de unos personajes, o montar una incubadora de historias, metiendo al calor de una lámpara unos pollitos (“Gran Hermano”). O sea que cuanto menor sea la dieta literaria, mayor será la de los cotilleos, insidias y despellejamientos. ¿Es función del Estado elevar hasta el nivel de la literatura el gusto de la gente a la hora de elegir historias? Si no lo es, dejemos las cosas como están. Y si lo es, ¿por qué no hemos oído nada al respecto, en tantos debates sobre el sistema educativo?
Pedro de Silva (La Nueva España, 2004)

Fuente Benigno Delmiro Coto

2 Comments:

At 12:54 p. m., Blogger Pachu del Valle said...

¿has reparado en lo que es un Blog?

 
At 7:15 p. m., Blogger C.P. said...

Un blog, mi vida eres tú, un blog abierto

 

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