martes, septiembre 12, 2006

CINCO AÑOS DESPUÉS



Ya han pasado cinco años, todo un lustro, y parece que fue ayer cuando unos aviones, a reventar de combustible, y tomados al asalto por las siempre descerebradas manos de unos terroristas, impactaron de lleno contra las dos Torres Gemelas, en pleno corazón de Nueva York, centro neurálgico del “imperio”. Iban cargados de involuntarias víctimas inocentes, hoy por todos recordadas, cuyas vidas plenas de esperanza, dudas, problemas y desilusiones fueron segadas con la misma facilidad con que se derrumbaron, minutos después los dos colosos del “Center”; cuál castillos de naipes. Otros muchos miles fallecieron dentro, en sus puestos de trabajo, en visitas o de compras. Todos vimos las dantescas imágenes de los infortunados que, sin posibilidad alguna de salvación y presa del pánico, se arrojaban por las ventanas de los rascacielos...
Pero ¿ Por qué ocurrió todo?. Suponer que fue a resultas de las maquiavélicas elucubraciones de un magnate árabe “pirado”, podrido de dinero, que veraneó, cuándo joven, en Marbella y de nombre Usama Bin Laden, otrora uno de los más fieles perros de presa de los chicos de Quántico (Virginia), es decir del FBI, en Oriente Medio, que cómo un cánido enfermo de la rabia y enloquecido mordió la mano que le alimentaba, es sencillamente una simpleza. Pensar que cuatro fundamentalistas árabes se habían conjurado para devolver, siglos después, a Occidente las atrocidades cometidas en Tierra Santa, con aguijonazos a base de atentados suicidas por aire o tierra, con mochilas cargadas de dinamita y detonadas con teléfonos móviles y dosis de odio, cuál modernas contra cruzadas, es otra estupidez. Y rizar el rizo, por ser mas descabellado aún, es creer que estos crímenes pretendían cambiar el tinte político de un Gobierno cualquiera.
La supuestamente plausibles políticas internacionales contra el terrorismo, tanto a escala local como global, son ineficaces por su incapacidad para atajar el conflicto y dar una solución pacífica y estable. Son sencillamente instrumentos coercitivos y de represión aplicables siempre “ a toro pasado” y por las bravas, sin analizar la verdadera génesis de la discordia ni, mucho menos, los resultados de su utilización.
El Equilibrio Mundial, o la falta de él, es la causa de todo. Supongamos que éste se configura como un complejo sistema de esferas rotando sobre si mismas y, a la vez en traslación, que intentan no impactar nunca, manteniéndose en constante movimiento. De esta forma todo lo que una de estas bolas pueda inferir en su entorno próximo repercute, por el efecto de acción reacción, sobre todas las demás. Éstas a su vez responden al sistema, en virtud de lo que reciben. En concreto; si un país Norte, también llamado desarrollado, establece líneas de colaboración y cooperación, más allá del pírrico, insignificante e insultante 0,7% de su Producto Interior Bruto (PIB) considerando, a su vez, la pluralidad de culturas, razas y creencias y el derecho de toda nación y ser humano, que en ella habite, a crecer dignamente, los recursos se reasignarán equitativamente, en un horizonte temporal más o menos cercano. Habría pastel para todos. Si por el contrario, las organizaciones de estados ricos buscan nuevas formas de prolongar las trasnochadas relaciones de dependencia Norte – Sur y romper o poner trabas a las altruistas actuaciones de las ONGs, solo conseguirán más insatisfacción de los desfavorecidos, a nivel mundial, y paradójicamente la aparición de ciudadanos, del primer mundo, que tendrán que vivir con recursos económicos muy por debajo del umbral de pobreza y, consecuentemente, proliferarán bolsas de marginados que difícilmente pueden volver a encontrar sitio en la sociedad.
Las, para algunos, latosas y molestas pateras no son el medio de transporte que un movimiento Hippie usa para realizar viajes de placer a nuevos destinos turísticos a bajo precio; son la única posibilidad que los habitantes del inframundo tienen para cambiar de vida y llevarse a la boca las migajas sobrantes del festín del primer mundo. Y hay que ser muy valiente o estar muy desesperado para realizar tal “turné” en procelosos y enrabietados mares, llenos de tiburones, que un día si y otro también, parten las endebles embarcaciones, contra las rocas de los acantilados de nuestras costas, manando de la madera quebrada, cual reguero de sangre de una herida, seres humanos deshidratados y medio muertos por hambre física y del alma. Y, mal que pese a algunos, la solución no radica en colocar “nidos de ametralladoras” para abrir fuego sobre los cayucos.
Creo que era en la Biblia donde se decía algo así como: “Quién siembra vientos recoge tempestades...” o “El que esté libre de pecado, qué tire la primera piedra...” Y digo yo, amigos míos... ¿ No se vanaglorian los padres del imperio de llevar tan Sagrado Libro, bajo la chaqueta, pegado al corazón?. Aunque claro; los chicos de Virginia también llevan allí su instrumento de trabajo; la pistola.
Además otros, cegados por el egoísmo y la miopía biológica, dirán: ¿ Y a quién le importa...? Si la esperanza de vida es de ochenta años, a mi me quedan... Y por tanto...
Heri Gutiérrez García