Guardo recuerdos de muchas partes del infierno
. El barco carbonero inglés “Bristol” saliendo del puerto de Bilbao, con una carga de niños con destino en la unión soviética. La escuela politécnica Vladimir Illich en Minsk y su internado, que fue lo mejor de toda aquella tragedia. El frío y las patatas congeladas en las trincheras de Stalingrado. Las veces que eché de menos a los padres y los hermanos que se habían quedado en El Entrego. ¿Cómo será El Entrego ahora? ¿Volverá Arturo a confiar en mi después de haber descubierto que él también recuerda las patatas y las necesidades porque también luchó en aquella mierda de guerra con los nazis? El infierno está entre nosotros, es esto no hay duda. Casimiro Palacios |
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