domingo, diciembre 04, 2005

Alonso Cueto gana el Herralde bajando a los infiernos de la represión peruana de los 80 (Xavi Ayén - La Vanguardia)



Más de 70.000 muertos es el resultado de la guerra civil no declarada que tuvo lugar en Perú entre los años 1980 y 1993, y que enfrentó al Estado con la guerrilla Sendero Luminoso. El escritor limeño Alonso Cueto (1954) cree que "lo que es un infierno para una sociedad puede resultar un paraíso para un escritor", por lo que ha descendido a todo ese horror en La hora azul, novela que ayer fue proclamada vencedora del premio Herralde, dotado con 18.000 euros.

La hora azul es la historia, narrada en primera persona, de un abogado cuarentón en la zona próspera de Lima que, de repente, "descubre que su padre, oficial del ejército, estuvo a cargo de ejecuciones y torturas en la zona de Ayacucho y que, además, se enamoró de una prisionera que acabó huyendo", explica su autor, en conversación telefónica con este diario. "La novela - prosigue- es la búsqueda de esa mujer". Todo ello está basado en un caso real y en la atmósfera de Nocturno hindú, novela de Antonio Tabucchi en la que el narrador parte tras la pista de un amigo desaparecido.

Cueto juega con "un secreto familiar, que es la relación del padre con la mujer". El protagonista viajará "al reino encantado de la maldad", al lado oscuro, a una serie de abyecciones que consideraba ajenas a su mundo y "a la vez descubrirá que esos seres humanos no son tan diferentes a él. Es un cuento de hadas al revés. En las sociedades siempre hay tesoros enterrados, como en la vida de las personas, que van revelándose de manera inesperada. Me interesa encontrar esos momentos privilegiados de aparición del mal que había sido escamoteado".

De hecho, la anterior obra de Cueto, Grandes miradas, se inscribe en esa línea de descubrimiento del horror, pues se centra en las fechorías cometidas por Fujimori como presidente de Perú. "El arte es el único mecanismo que tenemos para enfrentarnos con la verdad - opina el autor-, es el mejor sistema para revelarnos el dolor, todo lo demás tiende a ocultarlo, soslayarlo o derivarlo". A pesar de ello, destaca la labor de la comisión de la verdad que, en su país, "ha contado las historias de las víctimas y las terribles desapariciones". Y critica que el Gobierno de Alejandro Toledo, "tan positivo en muchas otras cosas", no se haya atrevido a llevar a juicio a los responsables de tantas muertes. Sin embargo, "he evitado hacer una novela políticamente correcta, es decir, destacar la bondad en el mundo de los vencidos. Verdugos y víctimas tienen sus virtudes y defectos".

"Uno de los dudosos privilegios de ser peruano - explica Cueto- es que se vive en un mundo dividido, fracturado. La gran diversidad de culturas y etnias hacen que sea un mundo en permanente lucha entre sus partes. Y esa existencia conflictiva es un manantial de historias".

Actualmente, Cueto trabaja en otra novela, "ambientada en una escuela, en la que intento mostrar la extraordinaria crueldad que puede darse en ese microcosmos".

Por su parte, Manuel Pérez Subirana (Barcelona, 1971), otro autor de la casa, fue proclamado finalista con la novela Egipto, diario personal de Robert Brest, un hombre mediocre de 34 años que "se lleva mal con la realidad" y decide trabajar de peón en una fábrica de plásticos a pesar de ser médico. Sin embargo, un día decide cambiar de vida, tarea que iniciará escribiendo un diario con todos sus cambios.