miércoles, marzo 01, 2006

MIGUEL de UNAMUNO DESCENDIENTES EN PIE DE GUERRA



MIGUEL de UNAMUNO DESCENDIENTES EN PIE DE GUERRA El 12 de octubre de 1936 se celebraba el primer "Día de la Raza" en una Salamanca tomada por los franquistas. Ese día, el paraninfo de la Universidad acogía una ceremonia en la que estaban presentes Carmen Polo, mujer del dictador, el obispo de Salamanca y otras autoridades, entre las que destacaba el general Millán Astray, fundador de la Legión. Presidía el acto el filósofo y rector de la Universidad Miguel de Unamuno. Tras varios discursos, el general golpista tomó la palabra para atacar a Cataluña y al País Vasco, a las que definió como un cáncer al que el fascismo exterminaría.
Llegado su turno, Unamuno replicaba las palabras del legionario, que irrumpiría al grito de "¡Viva la muerte! ¡Abajo la inteligencia!" Y fue entonces cuando el rector, jugándose la vida, espetó al general aquello de "Este es el templo de la inteligencia.
Y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto.
Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis.
Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España." Aquellas palabras le costarían el cargo y un arresto domiciliario hasta su muerte el último día de 1936.

Hoy, setenta años después, la demagogia hace que el PP utilice aquellas palabras como slogan de una campaña para la integridad del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca, impidiendo de paso la devolución de los documentos robados a la Generalitat por un franquismo representado en Millán Astray aquel día de octubre de 1936.

El despropósito empezaba meses atrás, cuando Julián Lanzarote, alcalde "popular" de Salamanca, convocaba una manifestación de apoyo a la Unidad del Archivo apadrinada por personajes del pelaje de Pío Moa y César Vidal, los dos máximos exponentes del revisionismo y la manipulación histórica, y a la que acudían miles de personas que, en su inmensa mayoría, jamás han pisado el Archivo. Los descendientes de Unamuno, mientras tanto, acaban de solicitar al alcalde y a los representantes del PP de Castilla y León que retiren el lema. Es, al fin y al cabo, una guerra entre descendientes.

Treinta años después de la muerte del dictador más carnicero que ha conocido este país, y cuando el PP pretende desvincularse ideológicamente del régimen, vemos cómo se rasga las vestiduras cada vez que surgen iniciativas de resarcimiento hacia las víctimas de la dictadura o la eliminación de los vestigios del franquismo. En lo relativo al Archivo de la Guerra Civil, parece claro que los que se oponen a la devolución de los documentos a sus propietarios legítimos son los descendientes ideológicos de aquellos expoliadores de hace casi 70 años y lucharán encarecidamente por mantener vivo su botín de guerra.
No me extraña que habitualmente, y con toda la razón, se les identifique con los de entonces. Motivos tenemos, y de sobra.

Para el PP, la devolución de los papeles a Cataluña es un expolio y pide legitimidad, olvidando que los papeles están allí gracias a un expolio nada legítimo. Devolver los documentos robados a la Generalitat es reponer la legalidad. Es, a fin de cuentas, hacer justicia, algo que deberían garantizar y apoyar todas las instituciones en democracia.


Santiago Macías