lunes, febrero 27, 2006

Hablar lejos de los triunfadores: Canciones italianas en los límites de la voz.




El poeta y crítico literario Antonio Ortega analiza y despliega las resonancias de tres autoras italianas contemporáneas, Amelia Rosselli, Alda Merini y Antonella Anedda, mostrando registros que van del experimentalismo emocional al desequilibrio psíquico pasando por la confesión.

Publica Babelia en su edición del 18-02-2006

Por Antonio Ortega

La poesía de Amelia Rosselli (París, 1930-Roma, 1996) es fruto de un experimentalismo emocional ajeno a la tradición italiana, de una lengua que expresa, en su contingencia, la sustancia de una "experiencia sonora lógica asociativa". Las palabras descubren en la "necesidad" fónica del texto una específica identidad, al tiempo que su relación con lo universal: "El amor es un juego inestable, un juego / de fonosílabas". El poema es lugar de lo decible y consciente, donde se diluyen lo interno y lo externo; pero también es clausura del significado y la comunicación, un organismo biológico autónomo que se mueve entre la belleza y la rabia, entre el infierno y la perfección.

Poesías sugestivas y potentes, casi habladas pero intensas, despojadas de códigos, ejemplo de que el poema es reflejo absoluto del lenguaje privado, muestra de vida psíquica y de imaginario personal. Lo que más impresiona es percibir la normalidad del horror, la cotidianidad como un dominio privilegiado de lo terrible, donde "la esperanza es un daño quizá definitivo", y donde "el mundo es delgado y llano, pocos / elefantes merodean por él obtusos".

Igualmente potente es Alda Merini (Milán, 1931), que a los 16 años conoce los asaltos de la locura casi al tiempo que manifiesta su vocación poética. Así la poesía es confesión y remedio de su condición turbada, mezcla de confusión y lucidez, capaz de conectar realidades tan distintas como la memoria, el sueño, el deseo o la fantasía. La escritura es, como en Amelia Rosselli, un exorcismo tangible, y a la vez amenaza ante la premura interior de un estado psíquico que se resuelve en armonía, o en arrebato frente al mundo exterior.

Se mezclan sensualidad y misticismo, luces y sombras, el todo de la vida en una amalgama estilística que poco a poco se hace más amorosa e intuitiva, como en “Baladas no pagadas”, libro abierto a múltiples aspectos de la realidad lejana y cercana, y cuya gracia esperanzada nutre sus versos a pesar de la inutilidad del trabajo poético: "Algunos me dicen que les salvé la vida, / otros que los he condenado. / Y nadie me invita a una fiesta / pues como poeta he de permanecer / lejos de los triunfadores". La vida ni paga ni concede resarcimientos. Es difícil dar cuenta de una artista que ha fundido la vida vivida y la soñada de forma inseparable, a contracorriente del destino, y como ella dice, haciendo de esa materia incandescente que es la vida diaria oro colado.

En la poesía de Antonella Anedda (Roma, 1955), el dolor se amplía, se hace piadoso gracias al lenguaje de un yo que está ahí, sin intromisiones ni usurpaciones. Residencias invernales se sostiene en la frágil geometría de su precisión expresiva, pero esa exactitud no es frío registro de acontecimientos, sino fruto de la atención que el oído de la lengua pone sobre las cosas, en su devenir, desarmando el poder subjetivo de las palabras. El poema es capaz de aislar la medida de las cosas y el peso de su existencia en el tiempo y el espacio, hablando "a los mansos objetos atados / a un desamparo fuera de nosotros / y, sin embargo, con nosotros, dentro de la noche / desatendidos".

El invierno y la noche no son sólo un paisaje, sino la condición de quien lo habita, materia áspera de la experiencia. De ahí la narrativa visibilidad y la compostura formal de unos poemas que son como escenas detenidas, ascuas que se encienden más tarde, al margen mismo de las palabras. Como una voz inerme que nos llama desde lejos y nos protege: "Los vivos se llaman como desde barcas lejanas". La de Anedda es, sin duda, una de las escrituras poéticas más significativas de la actual literatura italiana.


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Fichas:

Poesías
Amelia Rosselli
Prólogo de Pier Paolo Pasolini
Traducción de Alessandra Merlo, con la colaboración de Juan Pablo Roa y Roberta Raffetto.
Igitur. Montblanc (Tarragona), 2004.
192 páginas. 14 euros.

Baladas no pagadas
Alda Merini.
Versión de Jeannette L. Clariond.
La Poesía, señor hidalgo. Barcelona, 2005.
227 páginas. 17,50 euros.

Residencias invernales
Antonella Anedda
Prólogo de Amelia Rosselli.
Traducción de Emilio Coco.
Igitur. Montblanc (Tarragona), 2005.
118 páginas. 12 euros