martes, junio 27, 2006




LA LUCIÉRNAGA Fin de curso FRANCISCO J. LAURIÑO/ Hace pocos días despedía el curso de las actividades culturales, hasta septiembre, la asociación Cauce del Nalón, cuya última empresa fue una visita a diversos puntos de interés ubicados en Redes, parque natural y reserva de la biosfera. De entre todos ellos (panadería ecológica, taller de artesanía o elaboración de miel y licores) destaca, sin embargo, el centro artístico, o cultural, o como quiera que vaya a denominarse, que está montando, en la bucólica aldea de Ladines, en Sobrescobio, el artista lavianés Cuco Suárez. Ejerciendo él mismo como buen anfitrión ante la cuarentena de curiosos que, por mediación de Cauce, pisábamos su propiedad, nos mostró detalladamente el estado de la rehabilitación de una antigua casona de pueblo, cuyo exterior no desdecirá del entorno (antiguas piedras vistas, tejas, maderas nobles), pero que sí alterará creativamente la arquitectura tradicional, pues la geometría y las proporciones que son visibles resultan, para el profano al menos, bastante originales; no podía ser de otro modo tratándose de un artista. En cuanto al espacio interior, es polivalente: cuatro aulas-alcobas-salones (todo ello en uno, porque es completamente transformable), perfectos clones unas de las otras, con mesas de trabajo y ordenadores con acceso a internet; cuatro pequeñísimas cocinas utilitarias, que parecen de aquellas cocinitas que usábamos para los juegos infantiles, más los correspondientes servicios higiénicos. La originalidad, en este caso, lo es por lo funcional, por su estético utilitarismo -casi minimalista, por cierto-, porque, como nos explicó Cuco, tiene pensado organizar allí, durante las etapas estivales, seminarios, cursos y actividades con amplitud de miras, mientras que, el resto del año, podría dedicarlo al alquiler: el sosiego montuno, el sonido del silencio, el canto de los pájaros, convencerán, sin duda, a creadores que en su vida cotidiana sean estorbados por el guirigay urbano. Estas iniciativas privadas en un marco como el del alto Nalón son sin duda apreciables. De las labores tradicionales de la tierra, y sus secuelas, que han sido hasta hoy el sustento de aquellas tierras paradisíacas, se intenta pasar a lo que los expertos denominan 'desarrollo sostenible'. No hay contradicción ninguna en los términos, ni siquiera paradoja. En lo uno y en lo otro es posible que se halle el futuro. Fuente El Comercio Digital