sábado, febrero 05, 2005

DESNUDO EN EL PARAÍSO



A veces, en sus sueños, el ser humano se encuentra en el séptimo cielo, libre de cadenas que opriman su pensamiento. Genio fabuloso quintaesencia de la nobleza y abanderado de la razón.
Otras, Morfeo juega malas pasadas y el pobre incauto que las sufre, se adivina Desnudo en el paraíso, como un hippie de los setenta, perdido en la noche de los tiempos, buscando la verdad universal, en su Nirvana más ansiado, cabalgando a lomo de las baladas de B. Dylan, al ritmo de los punteos de Hendryx, de otro trovador charnego o rapsoda políticamente correcto. Estimulándose o laxándose con la realidad de su entorno, sustituto natural del canalla ácido lisérgico o del vegetante Prozac. Impregnadas las yagas de sus sentidos en la fragancia amarga de la zaherida tierra que le vio nacer, crecer y morir viviendo; maltratadas mil y una veces por el látigo cruel y cobarde, de un destino fraudulento incapaz de dar más que raspas de miseria, en sopa o en rodajas, acompañadas del pan de la nostalgia, a disgusto del consumidor. Tras discurrir varias conciencias luz desde que las sangrías de jóvenes y no tan jóvenes, sin futuro, pero valientes, comenzaran a desterrarse de sus hogares, buscando el sustento diario en otros horizontes de esperanza. Mientras, los cambios estructurales, necesarios para acabar con un modelo obsoleto y portadores de abono para que el desarrollo sostenible germine, no llegan nunca o se desconocen. Y así, no se barrunta una solución eficiente y duradera.
No busco el bálsamo de Fierabrás o la panacea de la abundancia. Abogo por un compromiso social capaz de dinamizar la Asturias natural, paraíso de contingencias varias y museo del olvido... Aquí, no en Sildavia, es donde la catarsis debe surgir, cuál prodigio fabuloso. Pero desgraciadamente; “el efecto mariposa”, el caos reinante en este sistema global, donde puñetazos de desesperanza se estrellan sádicamente en nuestra jeta, no es promesa de mejora. La complejidad de las relaciones económicas internacionales, favorece a los aptos y competitivos, que hacen las cosas bien; no a los débiles y pusilánimes...¡Aviso a navegantes!. Ejercer de campeones de la dama, valedores de verdades absolutas, o de eruditos que disertan refinadamente sobre si los indios tienen o no plumas de colores en el pelo, nos puede hacer perder un tiempo precioso que los apaches aprovecharán para arrasar el fuerte y, huyendo de sus tomahauks blandidos al aire, quedaremos sin el pírrico taparrabos que cubre nuestras vergüenzas, con una mano alante y otra atrás, como catervas de inanimados seres sin alma, memoria ni futuro.

Para AGAIN desde El Entrego Heri Gutiérrez García