La hora azul
3. Siempre tienen que salir a colación los funcionarios. Aunque intentes cambiar de nombre y busques nuevas identidades siempre se cruzan funcionarios en tu camino, ¿qué eres tú sino un funcionario?. Regreso a Saramago y a lo que malogré en otros momentos, Héroe Veloz: Nada que ver con la imagen que se había formado de él en sus escasas conversaciones telefónicas, el gesto adusto y la bilis que se adivinaba rezumando por los intersticios más recónditos de su alma rompían con aquella dulzura percibida en las charlas y con el porte adjudicado en ese momento. Lo cierto era que el señor Segrob mantenía una postura distante y fría tras una enorme mesa de caoba repleta de libros y papeles milimétricamente situados. Ella se encontraba sumida en la más profunda decepción. Incómoda. Todo lo que se había imaginado de un plumazo desapareció. Hundida en el amplio sillón de piel la turbaba el desamparo ante aquel extraño que la escrutaba con lascivia no reprimida. Quería salir huyendo y él le ofrecía una copa demorando así su contemplación. Al declinar el ofrecimiento el recordó una importante cita de negocios y la volvió a citar para otro día. Agradeció salir de aquel despacho. Abandonó el Distrito Federal al atardecer en una hora azul que le pegó contra el cristal del cercanías. Las nubes parecían ir dejándose caer con suavidad y murmuró –cabrón.-. Llegó a casa abatida y llorando, la noche la pilló desnuda y desarmada. El aura que ella le otorgaba antes, emanaba de la fama que se había labrado entre sus amigos, ¿realmente seguirían siendo sus amigos?. Lembrar-os de mim. El elevador dejó de funcionar no se sabe cuando mas la escalera todavía sirve Lo que está para arriba no importa del suelo raso al piso vigésimo es señorío del viento y de las pocas aves que sobrevivieron A pesar de que se afirme que en uno de los miles de compartimentos del edificio todavía no paró una mujer el gemido más largo de la historia Y también se dice que en otro de los compartimentos un hombre aguarda a que le crezcan las uñas lo suficiente Para espetándoselas en los ojos llegar con ellas cóncavo del otro lado del cráneo hasta hacer callar por ventura el gemido invisible y abrir nuevos ojos para un mundo anterior a éste Mas el camino hacia abajo menos uno menos dos menos tres dichas cavas o subterráneos o cajas fuertes Entre el primero y el segundo el elevador muestra lo que falta del continuo y del director principal Aunque no sea posible distinguir uno de otro ni preguntando Por si acaso quedarán todas las puertas abiertas o tuvieran fuerzas para abrirse en el último momento que les quedara para eso Razón por la que podemos percibir sin necesidad de una mejor lección la diferencia entre riqueza mobiliaria y riqueza inmobiliaria Por los corredores y salas reforzadas consonantes las corrientes de aire las notas vuelan con aquel rumor que hacen las hojas secas cuando rozan unas en las otras Mientras los lingotes de oro brillan sobre una luz que misteriosamente no se apagó Como una especie de putrefacción fosforescente y venenosa |
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