CLASE OBRERA
VI
Entonces afloraron las huestes: verdor y sindicato
recabando el pan y la memoria, lo justo, lo cabal, la vida;
luna henchida, oreando huelgas y manifestaciones:
En el sesenta y dos todo era niebla, pero el sol [despuntaba
al hórrido paisaje del silencio.
Y junta una mano y otra mano,
revolvió el socavón de los días negros
la polifónica multitud levantada y clamorosa.
La heroica contumacia rehacía sin temores
la pureza primitiva de la ancestral canción:
ya va la Asturias mítica de nuevo
como testa especial contra la cadena impía,
galerías de sueños y justicia, dando tira
el topo de ilusión y de esperanza.
Y se alzaron de la mina al cielo -trémulos como reflejos-
y ayunaron, otra vez, con la miseria.
Francisco J. Lauriño
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