lunes, mayo 23, 2005


Literatura y exilio: La biblioteca de Sebald en los ensayos “Pútrida patria”.



Schnitzler, Roth, Handke y, cómo no, Kafka, son algunos de los novelistas sobre los que el autor alemán, fallecido en la cúspide de su reconocimiento en 2001, escribió ensayos que ahora son recopilados bajo el título de "Pútrida patria" (Anagrama). En los escritos presentados se vislumbra la profunda mirada que W. G. Sebald proyectaba sobre la literatura, principalmente alemana y austríaca, así como sobre sus siempre problemáticos autores.

Publica El Mercurio en su edición del 15/5/2005

Por Álvaro Matus

En apenas 10 años, W.G. Sebald se reveló y consagró como el guardián de la memoria cultural. “Vértigo”, “Los anillos de Saturno”, “Los emigrados” y “Austerlitz” fueron aclamados por la crítica no sólo por su inclasificable estilo - mezcla de crónica de viaje, biografía y ensayo histórico- , sino por la melancólica resistencia a la modernidad, ese caballo desbocado que avanza sin ningún respeto por el pensamiento, el arte y la religiosidad. Sebald, un nostálgico a tiempo completo, combatía con su mejor arma: la voluntad de recuperar el pasado.

Cuatro años después de su muerte - en un accidente automovilístico- , se publica "Pútrida patria" (precio de ref. $24.500), conjunto de ensayos que permite vislumbrar la estrecha relación entre su vida y su obra, marcada a fuego por el exilio. De hecho, Sebald nació en 1944 en Wertach, un rincón de Alemania que, como señaló en una entrevista, "podría considerarse un paradigma del fascismo".

A los 22 años se fue a Gran Bretaña, donde dio clases de literatura hasta su muerte. Por lo mismo, su relación con Alemania siempre fue ambivalente: se sentía libre de la atmósfera opresiva que dominaba al país durante la posguerra, pero la condición de extranjero no le resultaba cómoda.

"Aquellos que son culpables del exilio nunca se pueden imaginar cómo es ser expulsado de repente de un país. Todavía hoy los alemanes no pueden imaginar esta experiencia vital. De la noche a la mañana uno es convertido en una no-persona y es despojado de todo: de la casa, del dinero, de lo que uno ha adquirido en toda una vida o en varias generaciones, del idioma. Al vivir en Inglaterra, al menos en los "60 y "70, me encontraba con muchas personas mayores que venían de Alemania. Yo, un joven académico, y ellos, que ya llevaban 30 años allí. Pero no estaban asimilados. Tenían su profesión y trabajaban, pero los ingleses siempre, a primera vista o cuando abrieran la boca, se daban cuenta de que se trataba de inmigrantes".

"Pútrida patria" condensa a nivel teórico esta experiencia. Los primeros ensayos, agrupados bajo el título de "La descripción de la infelicidad", resumen lo que para Sebald constituye el núcleo de la literatura centroeuropea: "Sin duda, autores como Grillparzer, Stifter, Hofmannsthal, Kafka y Bernhard consideran que el progreso es un negocio ruinoso (...) La melancolía, el reflexionar sobre la infelicidad existente, no tiene nada en común, sin embargo, con el ansia de muerte. Es una forma de resistencia", escribe el autor antes de examinar la obra de Schnitzler, Kafka, Bernhard, Handke y Canetti. Sobre éste último, Sebald resalta su oposición a todo poder, incluso al del artista, al extremo de renunciar a la elaboración de una obra totalizadora, cerrada, estática.

"Si el gobernante está siempre en su lugar, el que aprende está siempre de viaje", reflexiona Sebald ante la actitud del autor de Auto de fe. "Aprender le parece a Canetti idéntico a la vida misma, tal como esta debiera ser. Con ello se sitúa en una larga tradición judía, en la que la ambición del exterior no se basa en la obra por él creada sino en la explicación de la escritura. La forma literaria de la que se sirve la iluminación es también para Canetti lo característico de la digresión, del comentario y del fragmento. Se mantiene fiel a los objetos de contemplación sin devorarlos como el Cerdo los libros en la casa de préstamo".

Otro ensayo sobresaliente está dedicado a "Relato soñado", novela de Schnitzler sobre las fantasías sexuales de un matrimonio vienés de fines del XIX. Sebald plantea que aquí llega a su límite la figura del matrimonio burgués, que se vale de la prostitución para paliar la insatisfacción que cunde en la pareja, y sugiere que las ficciones del austriaco son una forma de "depurar" sus experiencias juveniles, cuando vivía amenazado por el fantasma de la sífilis.

Iluminando el pasado

En la segunda parte - que da título al volumen- Sebald deja ese tono de paper universitario, tieso y pesado, para dar paso a esa narración propia del caminante que puebla sus ficciones. En otras palabras, si en "La descripción de la infelicidad" parecía que el autor estaba encerrado en su despacho, en "Patria pútrida" se va de paseo con su mochila cargada de libros.

Las obras de Kafka, Roth, Broch y Handke le sirven para hablar de la angustia que produjo la ascensión del nacionalsocialismo, la lucha del emigrado por asimilar la nueva cultura sin perder sus raíces, la presencia del mesianismo en la literatura judía y la nostalgia por recuperar la naturaleza. No tiene el ritmo narrativo de Villoro en “Efectos personales”, Calasso en “K.” o Magris en “El anillo de Clarisse”, aunque por momentos logra iluminar el pasado con ejemplos, citas y reflexiones.

"Hacia el este, hacia el oeste", por ejemplo, cuenta la evolución de la literatura judía durante el siglo XIX y comienzos del XX, destacando la tensión entre los que dejaron el gueto, pero sentían nostalgia de esa vida; los que se plegaron al ideal de imperio alemán, tomando a Schiller como modelo; y los que soñaban con el retorno a un orden natural, casi místico, cuyo principal exponente es Joseph Roth.

Especial entusiasmo despierta la figura del "Mesías presente" en “La repetición" de Handke y “El Castillo" de Kafka. Para Sebald, el protagonista de esta última novela encarna al salvador del pueblo, aunque el concepto de Mesías - agrega- implica derrota o fracaso, pues nunca llega a tiempo o es desoído por la comunidad. En "La repetición", un joven deja su hogar para ir a buscar a su hermano mayor, desaparecido en Eslovenia. El paso por la frontera es visto como la entrada a un nuevo reino y sirve de contraste con la "desagradable patria Austria".

Hay pasajes que Sebald califica como "lo más hermoso en lengua alemana en los últimos decenios" y advierte que la historia misma está llena de referencias religiosas: el hermano desaparecido como un santo, el viaje del protagonista como factor liberador de la familia y el paisaje mismo del Karst, en el que convive un indefenso siervo junto a una manada de jabalíes, revive el mito del diluvio universal: "En esa imagen animada por el recuerdo del Arca de unión pacífica está inscrita la esperanza de que, a pesar de las desfavorables condiciones reinantes, pueda salvarse algo de nuestra patria natural".

Estas palabras iluminan la obra de Handke y también la del propio Sebald, cuyo protagonista-caminante-Mesías intentó llamar la atención sobre "el resonante vacío del futuro", como dice en Del natural, su última obra traducida al español. Allí, como en todo lo que escribió, resuenan las palabras patria, provincia, frontera, extranjero, forastero y exilio. Términos que aparecen una y otra vez en la literatura centroeuropea, esa a la que Sebald se unió desde Gran Bretaña, en su condición de exiliado, forastero o extranjero
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