viernes, marzo 26, 2004

Obsesión iconoclasta


6.
Sigo adormecido contra los cristales traseros del automóvil. Al despertar descubro el rock'n'roll de las gasolineras. Mi lengua pastosa no descansa, tengo que echar un cigarro y tomar un café. El contador dispara frenético su chorro. Se enciende la máquina del hielo mientras frena un camión. Vuelvo a cerrar los ojos entre cimbreantes acordes de guitarras eléctricas. Las ideas resbalan sobre cristalinas pantallas suaves, uniformes, traslúcidas sobre tonos verde y azules, miles y miles de granos sobre el sucio suelo del asiento trasero del coche. La velocidad entrevista por la ventana me agita y me aferro al sueño para seguir viviendo.




Ningún lugar es suficientemente bello en la tierra para que desde otro lugar nos desplacemos a él
Pero una razón habrá para que a todas las horas del día vengan andando grupos de personas en la dirección de la calle de las estatuas
Sobran los callejeros y los mapas una vez que todos los caminos vienen a dar a esta calle y no a Roma donde todavía hoy no faltan las estatuas más ninguna que a éstas se compare
No es difícil llegar basta mirar el suelo y seguir siempre por los caminos mas pisados también reconocibles por las dos estelas de excrementos que los bordean
El sol los reseca rápidamente y si la lluvia los deshace nunca tanto que restituya al suelo a una virginidad común
El hombre aprendió por fin a orientarse sin brújula le sobra con pasar por donde otro hombre pasó antes
Las personas van conversando numerosamente y de vez en cuando una se separa del grupo y se agacha al lado
Mientras los otros se alejan atrasando el paso para que no se quede atrás aquél que señalara el camino
Pasado el último horizonte está la calle de las estatuas
Ningún excremento en las inmediaciones
Hete aquí que cincuenta estatuas de cada lado increíblemente blancas a las que los juegos de las luces y de las sombras alternas hacen mover los miembros y las facciones
Muestran a quien pasa viniendo de lejos como podrían haber sido los hombres
Pues hay motivos para pensar que nunca fueron así


A mayor gloria de mister LOU REED!