viernes, mayo 27, 2005


A prop�sito de la curadur�a del Sal�n Mariano Aguilera 2005 por: Ulises Unda Debo empezar anotando que soy un artista que no se me ha incluido en la �ltima versi�n 2005 del Sal�n Nacional de Arte Contempor�neo Mariano Aguilera Malta curado por el Sr. Omar Ospina. Antes que referirme a lo que por lo general entra en el plano de la pol�mica en cualquier sal�n de arte, esto es, el criterio de selecci�n o exclusi�n del curador con respecto a cualquier trabajo; mi intenci�n, en estas l�neas, es hacer notar un sentimiento de malestar por la falta de �tica, tanto en la designaci�n por parte de la instituci�n, como en la aceptaci�n por parte de la persona encargada de seleccionar trabajos art�sticos para este evento que persigue dar cuenta de la producci�n contempor�nea de arte en localidad. �Por qu� considero que esta designaci�n y aceptaci�n de la curadur�a rebasa los l�mites de lo �tico? Porque el Sr. Ospina ha sido designado como curador sin que se haga p�blico un proceso medianamente regulado para la selecci�n de la curadur�a de un sal�n nacional de �arte contempor�neo�. Y, tambi�n, porque el se�or Ospina, al menos que sea de mi conocimiento, no ha mantenido una pr�ctica sostenida como curador de arte, extra o intramuros que le permita afrontar el reto que asume. Sin haber existido para su designaci�n un proceso regulado de selecci�n de curadur�a que de cuenta del trabajo investigativo que realiza una persona que asume este rol, entonces, el Sr. Ospina, sin la m�s m�nima preocupaci�n por configurar una aproximaci�n preliminar rastreando las preocupaciones que atraviesan la producci�n de los artistas, y de esta forma, sugerir ciertos lineamientos que potencien la producci�n contempor�nea de arte en la localidad, lo encontramos lanzando el ambiguo paraguas tem�tico de �El artista y su tiempo�. Sin dejar de condenar la falta de �tica de gente no especializada que asume alegremente jugar con la suerte del arte y de los artistas en el pa�s, esta falta de �tica habr�a que remitirla a su arraigo profundo en las instituciones vinculadas con el arte contempor�neo. En �stas, las personas en cargo, de las cuales se esperar�a que promuevan una valoraci�n social del arte impulsando la investigaci�n curatorial, como una actividad especializada que junto con la teor�a y cr�tica del arte aportan sustancialmente a la formaci�n y producci�n art�stica contempor�nea, parecen responder a un una coyuntura electoral que les ocupa m�s en la legitimaci�n de las formaciones pol�ticas de turno. Esto no es sorpresa para nadie. Volviendo al Mariano Aguilera 2005, llama fuertemente la atenci�n que despu�s de un proceso de m�s de cuatro a�os en los que se ha perseguido una replanteamiento de este Sal�n nacional bajo una perspectiva que de cuenta de las �formas de producci�n art�stica contempor�nea�, a�n no se hayan determinado mecanismos que permitan enfrentar la improvisaci�n en la designaci�n de curadores, y lo que m�s sorprende, es que esta designaci�n recaiga sobre personas que, antes de establecer mediante la investigaci�n sostenida aproximaciones al plural y complejo horizonte del arte contempor�neo en un mundo marcado por profundas transformaciones culturales, fomentan prejuicios sobre el arte contempor�neo que ahondan en el grave problema de su deslegitimaci�n social. Sostengo este criterio con respecto a las competencias del Sr. Ospina, a partir de la lectura de un escrito de su autor�a en el que refiere espec�ficamente a la condici�n del arte contempor�neo[1]. A decir del Sr. Ospina, los artistas contempor�neos locales y �de otros pa�ses situados en la periferia� nos encontramos f�rreamente sometidos a la dictadura de los �Proyectos Curatoriales�, al punto de ser tratados por los curadores como �minusv�lidos mentales�. Para el Sr. Ospina, la forma c�mo el artista debe �revelarse sin demora� contra esta forma de tiran�a[2], es que el artista �vuelva a mirar con sus propios ojos a la naturaleza y al mundo que lo rodea, y lo interprete a su manera personal sin consejos ni �rdenes de nadie�. El Sr. Ospina, sin reparar, en que el artista como cualquier persona, mira su mundo a trav�s de los dispositivos institucionales, ling��sticos, visuales, tecnol�gicos, los cuales son social y culturalmente construidos, y que es desde estos horizontes hist�ricos espec�ficos donde los sujetos construyen sus mecanismos de interpelaci�n cr�tica; configura, el Sr. Ospina, una concepci�n ideal, atemporal, del �Arte y del Artista Verdadero�, que borra de un solo plumazo el relativamente largo trecho transitado por un pensamiento cr�tico que ha puesto a lo largo del siglo pasado en cuesti�n los valores de la ideolog�a burguesa del arte basados en la autenticidad y originalidad del artista. En este sentido, lo que el Sr. Ospina con su concepci�n ideal del arte y del artista promueve, (concepci�n que nos es presentada como verdad absoluta: �EL ARTE VERDADERO ES..�), es todo lo contrario de lo que se esperar�a de un artista cr�tico con las formaciones hist�ricas de la instituci�n art�stica (cr�tica, curadur�a, historia del arte, etc.). As�, en su escrito, en el cual busca dar cuenta de la condici�n del arte contempor�neo �de las periferias�, se aboca �nicamente a sobredimensionar sospechosamente la determinaci�n que ejercen los curadores sobre los artistas manipulados, sin que en este escrito exista al menos la m�s m�nima delineaci�n de lo que el Sr. Ospina estar�a entendiendo como arte contempor�neo, en cuanto una forma estructuralmente nueva de producci�n art�stica con respecto, por ejemplo, a la de la alta modernidad. Al no encontrar en su texto la m�s m�nima elaboraci�n conceptual en referencia al desarrollo del campo espec�fico del arte y en referencia a las nuevas condiciones de inscripci�n del arte en una cultura moderna en expansi�n, su visi�n del arte contempor�neo no informa, y m�s bien da lugar a configurar a una concepci�n impositiva de lo que es el Arte Verdadero y el Artista Verdadero. Desde mi punto de vista, esta concepci�n impositiva e inconsistente alimenta a nivel de la cultura local prejuicios que impiden el debate sostenido acerca de los problemas contempor�neos del arte, colocando en posiciones antag�nicas a las instancias cuyas mutuas interacciones cr�ticas definir�n la suerte del arte contempor�neo en el pa�s: artistas, instituciones, cr�tica, teor�a, curadur�a, educaci�n y espectadores. Esta estrategia de crear antagonismos, en la que se han especializado las instituciones locales que asumen parad�jicamente impulsar el arte contempor�neo, es la que sostiene una estructura de poder con m�ltiples intereses, cuya visi�n conservadora del arte ha dado lugar a una verdadera pol�tica de la barbarie que amenaza con poner en riesgo la supervivencia material de los artistas. Finalmente quisiera se�alar que criterios que emite el Sr. Ospina como aquel de �se crea a partir de lo que cada artista lleva dentro�, o concepciones como la de que la condici�n esencial del �Arte Verdadero� es �su trascendencia en el tiempo� (subrayada en el texto propuesto para el Mariano Aguilera 2005), corresponden a perspectivas trasnochadas que no pueden estar m�s alejadas de una realidad que demanda una pr�ctica cr�tica del arte. Estas concepciones han ca�do en desuso en el �mbito contempor�neo del arte no porque se imponen las modas posmodernas, sino porque ya no son apropiados para referir a un panorama complejo y plural en el que se han constituido m�ltiples relaciones entre el arte y distintas pr�cticas y saberes que no se circunscriben necesariamente a pretensiones y fines de universalidad. Como resulta obvio el Sr. Ospina tiene derecho como cualquier persona vinculada con el quehacer cultural en el pa�s a opinar sobre lo que �l considera que es el arte, pero lo que los artistas demandamos de las personas designadas institucionalmente para configurar una aproximaci�n al panorama plural del arte contempor�neo (de las cuales aunque contadas, existen en nuestro pa�s), es un proceso sostenido de investigaci�n que contribuya a fortalecer la fr�gil producci�n art�stica contempor�nea en el pa�s y las instancias - como la formaci�n art�stica- que constituyen sus puntales. No faltar� el tibio cuestionamiento hacia mi persona de �si te hubieran escogido para el Sal�n estar�as calladito�. Seguro que s�. No me hubiera molestado en escribir estas l�neas, pero honestamente, m�s all� del hecho de no haber sido aceptado para el Sal�n Mariano Aguilera 2005, el malestar que creo compartir con muchos artistas del pa�s con respecto a la forma improvisada con que se maneja la suerte del arte contempor�neo me ha impedido mantenerme callado. As� tambi�n, no faltar� el cuestionamiento de por qu� enviar a un Sal�n si se sabe de las improvisaciones, y hasta de lo inapropiado que resulta el formato �concurso� o �sal�n� para el desarrollo consistente de la producci�n art�stica. Creo, que ya se ha se�alado el hecho de que los concursos representan para los artistas �t�cticas� de supervivencia frente a una profunda crisis y restricci�n de apoyo a la cultura en general, pero m�s all� de este aspecto no sin importancia y que implicar�a la necesidad de constituir alternativas aut�nomas, los artistas debemos intervenir en el curso que toman las instituciones exigiendo una mejor preparaci�n de las personas en cargo y trasparencia en los procesos que se asumen. Ulises Unda uunda@hotmail.com [1] Art�culo publicado en la revista El B�ho titulado � Y el Arte �d�nde est�?�. [2] �de un arte impuesto que es m�s bien una f�brica de producci�n en serie de desperdicios y babosadas�.
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