Archivo del Surrealismo
“Archivo surrealista” es una contribución para la más amplia difusión de contenidos, en lengua castellana, relacionados con el surrealismo. Esto incluye, tanto las producciones originales escritas en nuestro idioma, como las traducciones que desde cualquier origen hayan sido vertidas al castellano (con preferencia naturamente del francés, que ha sido, históricamente, la «lengua diplomática» del surrealismo, y, con toda seguridad, la de sus más amplias derivaciones). Y en último término repercusiones, archivos de prensa, etc. de autores que, no habiendo estado adscriptos a este movimiento, se han ocupado de él en forma circunstanciada (lo que, desde nuestro punto de vista, revista algún interés a título informativo). Consideramos, y esto no se nos escapa, que la noción de «surrealismo» no es suficientemente clara, todavía, para la mayoría de los lectores de este orbe lingüístico –no solamente–; tenemos en cuenta la escasez de herramientas disponibles para ayudar a su comprensión (demasiados libros agotados o sin traducir; sobre todo, demasiados libros sin escribir); la importancia exhorbitante acordada a otras corrientes sustitutivas, (que desde hace tiempo debieron ingresar en un «persistente cono de sombra» y aún no lo han hecho) y, consecuentemente, en general un clima confusionista que no permite el libre desenvolvimiento de otras formas de ver el mundo y la realidad (en última instancia intereses políticos, económicos y sociales, a veces revistiendo las apariencias más contradictorias). También intenta ser un nexo entre las diversas voluntades dispersas (por elección o por imposición), que pueden hallar aquí una correspondencia, una inspiración, un punto de partida «en común». En la hora actual, debido a la dispersión mundial del movimiento y al hecho de que no existe una mediación posible capaz de arbitrar respecto de lo que es ser surrealista y de lo que no lo es, de lo que es surrealista y de lo que no lo es, al entender que nadie podría arrogarse, per se, esta autoridad en el conocimiento, hemos optado por seguir nuestros propios criterios al considerar el grado de autenticidad de una u otra expresión, ya sea que se identifique o no como tal, pasible de ser considerada como «verdadera» –e incluible en nuestros «Archivos». Desde ya, que esto lo hacemos según nuestra propia cuenta y riesgo. Nada implica, por nuestra parte, una arrogancia cualquiera respecto a una «infalibilidad» de la que nos creyésemos: sólo somos modestos y hablamos por nuestra voz. Pero al mismo tiempo, en este momento histórico, donde la supervivencia del signo «surrealista» se ha instalado largamente por sobre la consideración de la «cosa significada» (lo notamos claramente por la alharaca que no deja de producirse en los ambientes periodísticos e «intelectuales» en ocasión de cada exposición Dalí, por ejemplo); cuando legiones de arribistas y deseosos de «pasar a la historia» o figurar aunque sólo sea en letra pequeña, en una próxima edición corregida y aumentada del Dictionnaire Géneral, realizan verdaderos saltos mortales a fin de conseguir su ansiado PASAPORTE A LA ETERNIDAD, no comprometer nuestra palabra también podría ser tomado como una defección. Tampoco podemos ignorar las disensiones, producidas en el interior del mismo movimiento, respecto de actitudes tomadas por algunos protagonistas (actitudes por las que, a juicio de algunos, habrían dejado de merecer automáticamente el apelativo de surrealistas). Estas disensiones pueden ser materia de discusión y muy legítimas, en ocasiones, y necesarias, pero lo que no se puede hacer es invalidar totalmente una obra, o un testimonio humano a veces sostenido durante décadas y cuya aportación a la historia del movimiento ya es considerada como definitiva, por un hecho que haya podido motivar estas disensiones. Ningún archivo surrealista merecería llevar ese nombre si hiciera acto de oscurantismo respecto de la importancia que tuvo la «paranoia crítica» para el surrealismo de los años '30; y tampoco sentimos deseos de arrojar en un basural toda la producción teórica de Jean Schuster, tan brillante en ocasiones, aunque no estemos de acuerdo evidentemente con su división formal entre «surrealismo histórico» y «surrealismo eterno» (extensible, por añadidura, a todo el surrealismo internacional, donde juegan tan diversas consideraciones históricas y sociales); y mucho menos estamos de acuerdo con las consecuencias implícitas que se desprenden a raíz de estas tesis. Otro punto de fricción, muy importante (y para nosotros igulamente insoslayable) es el de las posiciones planteadas por algunos surrealistas checos, aunque tal vez no pertenecientes actualmente al «Grupo de Praga». Como Latinoamericanos, tendríamos razones históricas más que suficientes para naufragar en el Mare Tenebrarum de la desesperación –si quisiéramos–, pero no estamos de acuerdo ni con sus instrumentos de análisis de la realidad (verdaderos forceps teóricos racionalistas) ni con sus conclusiones derivadas de ellos, pues nos parece que conducen irremediablente a un espíritu derrotista (al menos, concretamente, en el ejemplo de Petr Král), ¡mientras al mismo tiempo se deplora la «inversión de los valores» en el mundo actual!. Y sin embargo, publicamos sus puntos de vista «bizantinos», incluso «sismáticos», ya que por encima de todo, 1º): para nosotros los surrealistas checos no son menos surrealistas; 2º): la vivacidad «permanente» del surrealismo exige el debate. No debe llevar a equívoco, tampoco, el hecho de que se verifiquen aquí tantos escritos y tantos autores del pasado. Podría llevar a concluír en que para nosotros sólo cuenta el pasado del surrealismo, y no su porvenir. Por el contrario, porque tenemos puestos los ojos en el porvenir, nunca vamos a renegar del pasado y de lo que para nosotros, con orgullo, son «nuestras tradiciones», porque sabemos que el surrealismo es, ante todo, una obra colectiva, «poesía hecha por todos», a través del tiempo. Mal que les pese a los espíritus resecos o en trance de «rictus mortis», en esta época donde casi nadie sabe dónde está parado, o de qué momento de la historia se trata, Heráclito sigue siendo de una «palpitante inactualidad», André Breton continúa siendo la gran síntesis, el surrealismo sigue siendo el «libro futuro» anunciado en el Prefacio de las Poesías de Lautréamont. |
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