miércoles, abril 21, 2004

Espera


11.

Espera por mi aunque sea pedirte mucho.
Aunque los ruidos de la calle te molesten obligándote al movimiento continuo.
Sigo dando vueltas al corredor infinito de mi memoria, visitando mis demonios familiares, tomando paparaos con ellos y sus hijos, con los viejos, los vecinos, los animales -los propios y los de los vecinos-, pateando los caminos, viendo tierras de maíz, de patatas. Canturreando canciones de fuego para momentos precisos.
Espera por mi, mi amor, estoy de vuelta en un momento.




Fueron requisados todos los termómetros de la ciudad y prohibida bajo pena de muerte su posesión
Ninguna explicación ni noticia en el diario de la ocupación o en edicto
Tampoco ningún locutor de la radio o de la televisión osó añadir cualquier comentario a la lectura de la orden difundida por las autoridades encargadas de la información
Gracias a la desaparición de los termómetros muchos niños pudieron por primera vez sentir la frescura de las manos del padre o de la madre sobre la cabeza caliente
Algo parecía haber sido ganado
Hasta el día en que la población comprendió el fin a que se destinaba el mercurio retirado de los termómetros y todo el existente en otros lugares
Las personas que habitaban en la periferia de la ciudad y por eso no podían ver nacer el sol
Afirmaban al cabo que el mundo se iba a acabar porque al lado del viejo sol anaranjado subía una esfera fría y negra con reflejos de ceniza
Sólo esas personas asistieron a la primera aparición del gran ojo que pasaría a vigilar la ciudad
Sólo esos lo vieron en su primer tamaño
Apenas el sol verdadero subió un poco en el horizonte la esfera de mercurio se dividió en dos en cuatro en ocho en dieciséis en treinta y dos en centenares de esferas que se esparcieron por todas partes
Se deslizaban en el aire silenciosamente y continuaban dividiéndose hasta que hubo tantas esferas como habitantes de la ciudad
Fue instituido el ojo de vigilancia individual el ojo que no duerme nunca
Pero las madres repararon que sobre la esfera de mercurio desciende una especie de velo siempre que sus manos se posan en las cabezas de los niños con fiebre
En esas ocasiones el ordenador central recibe datos insólitos que falsean la información general
Aunque parezca increíble que haya sido por alguna razón de esas que desapareció hace poco tiempo sin dejar rastro un batallón entero del ejército ocupante