ESBOZOS DE IRONÍA E INTERTEXTUALIDAD EN ALGUNOS BANDOS DE ENRIQUE TIERNO GALVÁN
La labor crítica y/o de análisis literario o textual exigen, en no pocas ocasiones, la aplicación de plantillas teóricas previas que puede ser tan rigurosa cuanto el analista estime oportuno en base al buen fin que pretenda darle a su trabajo. Lo cual no quiere decir que el trabajador literario-textual haya de ser un esbirro servil y mezquino de la teoría que como molde le hará llegar al final vaciado de su monumento. Es ahí precisamente donde entre en juego la propia creatividad sin faltar, por ello, al rigor requerido. Cuando nos propusimos acometer la tarea de descifrar levemente los intríngulis irónicos en algunos de los Bandos del profesor Tierno Galván supusimos que existiría una teoría sobre el tema que habríamos de tener en cuenta. Nos ha sido proporcionada por un artículo, “Analyses de l’ironie”, publicado en el revista francesa Poetique, en el que D. C. Muecke analiza distintas visiones llevadas a cabo por varios expertos y a los que aludiremos en su momento. Las relaciones de intertextualidad (sólo como esbozo breve) con la literatura española clásica (léase Siglos de Oro), con el costumbrismo madrileño, y los contrastes simbióticos -si se nos permite el término- entre éstos y la contemporánea “modernidad” de la ciudad y sus habitantes, han dado el toque de acabado para la tarea propuesta. I.- INTENCION(ES) E IRONÍA Sin “blancos” Cuando Tierno Galván se transforma en ironista tiene una sola intención: la de la reconvención de aquellos que obran inadecuada o incívicamente para que comiencen a preocuparse y a obrar de otro modo. Es lo que podríamos denominar como un “moralismo urbano o cívico”. Para ello puede recurrir a situaciones irónicas como la expresada en el Bando de 3 de febrero de 1982, en la que se presenta a medio pueblo de Madrid como contaminador de calles y al otro medio como servicio de limpieza. Habitualmente se trata de una ironía paternal, no agresiva, nada insultante. No existe, directamente, un “blanco” al que se dirijan dardos. Lo que sí existe es una intención educativa. El grado de verosimilitud atribuible al sentido literal es, a menudo, amplio (aunque hasta cierto punto); cuando Tierno Galván habla de las “buenas cualidades cívicas y el amor que los vecinos de Madrid siempre han tenido por esta Villa” se pone en un supuesto absolutamente verosímil -a veces, incluso, se produce como cierto en algunos ciudadanos, por lo que en tal respecto deja de tener dimensión irónica-. La intención de reconvención -siguiendo el esquema propuesto por Muecke- ha llevado al supuesto ironista a un “trabajo de la ironía” en un tono de absoluta credulidad para el receptor en cuanto al sentido literal. De otro lado, en un contexto de incivismo reconocido y vilipendiado en el mismo Bando, aparece esta alabanza: el resorte del contrate entre texto y contexto. Este es, precisamente, uno de los más utilizados en todos los Bandos analizados, por ser el de la apelación final de muchos de ellos a ese “civismo” del madrileño. Buenas intenciones Las buenas intenciones de Tierno Galván, como ironista en este caso, se ponen de manifiesto no sólo en lo que ya hemos apuntado, sino también en aspectos como la no presencia del sarcasmo, que a nuestro entender resulta mucho más agresivo y con afán de guasa que la ironía o la no remarcación absoluta de esta última dejando siempre entrever un fondo de realidad en lo que como supuesto literal va a resultar irónico para el observador que lo quiera leer en esta clave. La forma que el profesor Tierno tiene de llamar, en cualquier ocasión, “incívicos” a sus convecinos mediante la fina ironía (“cívicos”, por ejemplo) no hiere a quien la entiende y, desde luego, no puede ser entendida por todos. En el último ejemplo que hemos puesto, como ya se ha dicho, no se puede entender como irónica la aseveración hecha por el viejo profesor a menos que se tenga en cuenta esa contraposición texto/contexto. Y esto es, precisamente, lo importante para ver que tipo de ironía es la suya. Lo que para Kerbrat Orecchioni supone la ironía de ataque, de agresión o denuncia, contra un “blanco”, desde luego no se ejemplifica en este caso. Conociendo el grado amplísimo de contaminación ambiental (en cualquiera de sus sentidos) que en Madrid existe, teniendo en cuenta que en el seno de tal ciudad, como en cualquier otra gran ciudad, se producen continuos enfrentamientos o discusiones, resulta irónico decir “la Villa de Madrid ha sido siempre ejemplo de convivencia cortés en un ambiente limpio” ; la cuestión, en este caso, está en saber si Tierno Galván ironizaba o si, sencillamente, afirmaba convencido, guiado de sus propios sentimientos. Si tenemos en cuenta las principales teorizaciones sobre ironía, ironismo e ironistas, podemos pensar que si no hay intención irónica por parte del autor puede no existir ironía, pero es que también podemos creer que esa ironía existe desde el momento en que el lector la lee como tal, o sea, desde que el lector consigue apreciar dos significados para ese único significante que aparece. Esto mismo es lo que ocurre, de hecho, con otras situaciones: se da, sobre todo, una ambigüedad que nosotros no podemos resolver. En cualquier caso, Kerbrat Orecchioni hizo constar que la descodificación de la ironía ponía en obra las competencias culturales e ideológicas del emisor y del receptor. También podemos aceptar esto, para el caso que decimos, de forma unilateral, de tal modo que sin intención irónica en el locutor, el receptor aprecie ironía llevado de sus propias competencias culturales y ideológicas. Evidentemente, esto respondería a una interpretación por parte del lector que para el autor podría ser equivocada. Como ejemplo citaríamos: “…esta Alcaldía Presidencia… felicita… a cuantos tan disciplinadamente han acatado y cumplido las disposiciones del Bando Anterior” . Pero no siempre es unilateral la visión irónica en Tierno Galván. Lo que sí resulta relevante es el hecho de que el “blanco”, por así decirlo (aunque ya dijimos anteriormente que no existe, en realidad, un “blanco” en las ironizaciones del profesor Tierno), de las ironías del escribiente es el propio lector, queremos decir, el lector al que va dirigido el Bando en cuestión: los madrileños y los residentes en Madrid en el momento. Por eso mismo es el contexto quien relevantemente coadyuva a la ironía: “la cortesía que, común entre nosotros, en ocasiones s olvida…” . La constante buena intención, irónica o no, de don Enrique, aparece en declaraciones que no dudaremos en calificar de irónico-utópicas: “…de tal modo que podamos… ofrecer a nuestros visitantes… el grato espectáculo de una ciudad pulcra, acogedora y ordenada” . Con ello la posible ironía se viene a convertir, merced a la utopía, en camino de declaración de intenciones, cosa que no suele ser muy frecuente. II.- ESBOZO DE INTERTEXTUALIDAD No vamos a acometer directamente un estudio en profundidad de la intertextualidad en los Bandos de Enrique Tierno Galván. Solamente vamos a esbozar lo que de intertextual pueden presentar estos textos, los cuales, desde luego, no son literatura en el sentido estricto de la palabra, o si lo son, forman un capítulo aparte dentro de lo que la preceptiva ha llamado géneros literarios. Hay, eso sí, una intencionalidad lingüística que, para bien, deviene muy oportunamente en un algo pseudoliterario o cuasi literario. La creación está, por lo tanto, en función de algo externo, no nos engañemos. De cualquier manera, el valor reside en que se ha intentado hacer reconvenciones, dar consejos, estimular para obrar cívicamente, con una cuidada lengua y un estilo singular. Esto es lo importante. Tierno y los Siglos de Oro El profesor Tierno es un perfecto conocedor de nuestra literatura clásica. Esto da lugar a la existencia de modelos literarios (como “hipotexto”) que posibilitan la asunción lingüística en los textos que tratamos (como “hipertexto”). La relación entre los dos es tanto más lúdica cuanto que el profesor Tierno llega a “ironizar” con el solo uso de signos y expresiones arcaizantes que nada tienen que ver con el lenguaje actual y sí con el de los Siglos de Oro. Acomete Tierno Galván lo que en palabras de Genette podríamos llamar “continuación”, como forma de imitación de textos anteriores desde un punto de vista serio en cuanto al lenguaje. La “continuación” que acomete es la relacionada exclusivamente con el entramado lingüístico en lo referente a textos de los siglos XVI-XVII y sobre todo del XVII. Los contenidos nada tienen que ver en esta relación temporal intertextual, puesto que los Bandos se refieren siempre a situaciones de total actualidad y nunca suelen traspasar las fronteras hacia el pasado en los contenidos, y mucho menos hacia un pasado tan remoto. Entonces cabría preguntarse cuál sería el porqué de la utilización de este tipo de lenguaje. Las respuestas pueden ser múltiples pero una de ellas destaca: intencionalidad estética, a la que se añade un interés por lo humorístico con gracejo y salsa propios de lo castizo que en lenguaje cultural llevan a una imitación de los resortes lingüísticos de aquellos siglos. Al mismo tiempo se produce un choque original entre la modernidad de una ciudad, digamos, actual y alegre (en palabras del New York Times por aquellos días, una de las más modernas del Mundo) y unos textos que, velando para que esa modernidad cumpla sus obligaciones cívicas, utilizan un lenguaje que nada tiene que ver con lo moderno . Buen ejemplo de ello es el simpático Bando de fecha 22 de julio de 1981 en el que se dice textualmente: Esta Alcaldía Presidencia ha observado que los ruidos de esta Villa y Corte aumentan hasta hacerse intolerables. Jóvenes sin escrúpulos, que gustan de ostentar prepotencia y mostrarse ante sí mismos y los demás superiores a cualquier norma y acatamiento, vociferan con tal estruendo o producen tales ruidos con las máquinas de correr, que llaman motocicletas, que impiden el sueño apacible y reposado que el trabajo cotidiano de nuestros vecinos requiere. Agavíllanse en ocasiones estos jóvenes, por lo común adolescentes, para que el número aumente el estruendo y fortalezca la impunidad de su deplorable conducta. A veces no ya los jóvenes, sino los adultos, caen en parecido incivismo y descuido alzando inconsiderablemente la voz de los ingenios que reproducen el sonido, mientras tienen los postigos y las vidrieras de ventanas y balcones abiertos, con lo que perturban, particularmente de noche, la sensibilidad y el ánimo de los vecinos, moradores o viandantes. No faltan tampoco quienes hablan con voz estentórea, gritan o anuncian mercancías, o tocan instrumentos musicales sin el debido y solícito recato, molestando a quienes duermen, sobre todo en horas de descanso que corresponden a la siesta. Por cuya razón, velando por la paz y sosiego de esta Villa, encarezco a sus habitantes cuiden de su comportamiento para no añadir a las molestias y congojas que toda ciudad grande ocasiona, las que nacen de la mala educación y poco civismo. Madrileñismo Pero también hay una segunda relación intertextual, al margen de la establecida con la Literatura española de los Siglos de Oro (o más que al margen, paralelamente a ella). Es la que se produce con los autores madrileñistas, costumbristas, cuyo máximo exponente es Ramón de Mesonero Romanos. Si bien Tierno Galván tiendo poco a la descripción pictórica, “costumbrista”, de lugares y rincones, y mucho a la de ambientes (Carnavales, Navidad, mundiales de fútbol, etc.), la huella de Mesonero Romanos es palpable. Como en el caso que vimos antes, cambian, desde luego, las intenciones. La relación en este caso, muy al contrario que en el otro, es de contenido y no, en general, de lenguaje. No cabe duda de que muchas de las “escenas” que nos describe son “escenas matritenses” deliberadamente. Pero la imitación no lo es tanto porque la peculiarísima personalidad redactora de Tierno se lo impide. Todos los valores madrileñistas que pueden aparecer en la obra de Mesonero Romanos son respetados por Tierno Galván, pero lo que hace éste es modernizarlos atrayéndolos a una perspectiva de presente, arcaizando a su vez en el lenguaje. Es como si quisiera conectar con el mundo actual sirviéndose de tres resortes, entre otros muchos que no son competencia de este estudio: 1) La IRONÍA como recurso directo de conexión con el lector avisado, sin perjuicio de que otro, menos avisado, llegue a comprender lo que dice. 2) La RELACIÓN INTERTEXTUAL A NIVEL LINGÜÍSTICO con Mesonero Romanos como recurso de simbiosis entre un Madrid que ya no existe y otro que poco a poco se construía y despuntaba en el panorama mundial durante el gobierno municipal de don Enrique Tierno. El afán transformador del Alcalde dio buenos frutos dentro de sus lindes, ayudado, eso sí, por los vecinos que, aleccionados o no por los Bandos (pero siempre deleitados por ellos), colaboraron profundamente en la construcción de una ciudad más moderna y más agradable. Nosotros hemos visto como a nivel lingüístico, y también (aunque con las salvedades que dijimos) literario, ha cumplido del mismo modo. 1. Bando del 18 de septiembre de 1980, Bandos del Alcalde, Edición del Ayuntamiento de Madrid, 1984. Todas las citas están tomadas de esta edición; en lo sucesivo solamente se indicará la fecha de los bandos citados. 2. 31-VII-1979 3. 22-IV-1981. 4. 11-VI-1982. 5. 3-II-1982. 6. Gérard Genette, Palimpsestes: La Littérature au second degré, París, 1982. 7. Hasta ahora, puesto que hoy por hoy los Bandos de Tierno Galván también son modernos, porque el viejo profesor ha sabido ponerlos de moda con la habilidad cívico-cultural que siempre le caracterizara. (Publicado en el núm. 1 de Rey Lagarto. Literatura, Langreo 1e. trimestre 1989.) Con este artículo comienza la publicación de los trabajos tanto ensayísticos como propiamente de creación de Francisco J. Lauriño en la Revista langreana "REY LAGARTO". |
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